viernes, 13 de enero de 2012

Padre José Kentenich


Un poco de historia:


El P. Kentenich es el Fundador de la Familia de Schoenstatt. Nació a fines del siglo pasado, el 18 de Noviembre de 1885, en la ciudad de Gymnich, Alemania. En 1906 ingresó a la comunidad de los Padres Palotinos, siendo ordenado sacerdote en 1910. Dos años después de su ordenación, le fue encomendado por los superiores el cargo de Director Espiritual de los alumnos del Seminario Menor de los Padres Palotinos. Como educador desarrolló una fecunda labor con ellos, labor que culminó con la fundación del Movimiento en 1914. A partir de allí consagró toda su vida a la Familia de Schoenstatt. Después de una vida rica en bendiciones, falleció el 15 de Septiembre de 1965, dejando como herencia una Obra de dimensiones universales.






¿Por qué se acentúa tanto la vinculación al Padre Fundador en el Movimiento de Schoenstatt?
No debe extrañarnos que la Familia de Schoenstatt acentúe tanto su vinculación al Fundador. Es un hecho que todas las comunidades ven en su fundador un instrumento predilecto del Señor y reconocen en él la voluntad de Dios para con ellas. Piénsese, por ejemplo, en San Benito y los benedictinos; en San Francisco y los franciscanos; en San Ignacio y la Compañía de Jesús; en Santa Teresa de Avila y las carmelitas. Los últimos Papas han acentuado la necesidad de que las comunidades religiosas profundicen y vivan lo más intensamente posible el carisma de su fundador y se distingan por un fiel seguimiento a su persona y sus enseñanzas. Así se asegura la vitalidad del Cuerpo de Cristo, que muestra su riqueza y unidad en la diversidad de los carismas que reparte el Espíritu Santo.
Junto a estas razones, válidas para cualquier comunidad en la Iglesia, hay que agregar que la profunda vinculación afectiva de la Familia de Schoenstatt a su Fundador, está también íntimamente ligada a la originalidad misma del carisma de Schoenstatt. En medio de un mundo en el cual experimentamos, cada día en forma más intensa, la destrucción y disgregación de todos los lazos de amor o vínculos interpersonales, tanto en el campo familiar como laboral, Schoenstatt quiere cultivar en profundidad todos los vínculos queridos por Dios. Y dentro de éstos, la relación filial con el Fundador ocupa un lugar central. (150 preguntas sobre Schoenstatt. P. Rafael Fernández. Editorial Patris).

















Madre Tres Veces Admirable de Schoenstatt


Un poco de Historia:

En los años 1914-15 la Congregación Mariana buscaba una imagen adecuada de la Virgen María para su capilla. Un profesor del colegio (Huggle) les regaló una reproducción litográfica de un cuadro del pintor italiano Crossio. Al inicio, esta imagen no les agradó especialmente, ya que, para algunos, merecía reparos desde el punto de vista estético. Como no tenían dinero para comprar otra, colocaron esta imagen en la capilla, el 19 de agosto de 1915. Desde ese momento, ha permanecido siempre en el Santuario.
¿Cuál es el origen de la advocación «Madre Tres Veces Admirable»?
Originalmente la imagen que se colocó en la capillita de Schoenstatt tenía el nombre de «Refugium peccatorum», «Refugio de los pecadores». Sin embargo, leyendo el libro del sacerdote jesuita, P. Hattler, «El P. Rem y sus conferencias marianas», los estudiantes de la Congregación Mariana de Schoenstatt, encontraron que, en tiempos de la Reforma protestante, los Congregantes de Ingolstadt habían actuado activamente en la transformación cristiana de su época. Constataron el gran parentesco que existía entre sus propias metas y las de éstos. Los congregantes de Ingolstadt veneraban la imagen de la Santísima Virgen María en forma especialísima bajo la advocación de «Mater Ter Admirabilis», Madre Tres Veces Admirable.
Ahora bien, en la Congregación Mariana de Ingolstadt (Ingolstadt queda a 80 Km al norte de München, en el sur de Alemania), se empezó a llamar a la Virgen «Tres Veces Admirable», porque el Padre Rem, su asesor o Padre Espiritual, en una oportunidad le pidió a la Virgen que le indicara bajo qué título quería que se le invocara en ese lugar. Tuvo entonces la inspiración, mientras se cantaba en las letanías lauretanas la advocación «Mater admirabilis» («Madre Admirable»), que a María le agradaba ese título y pidió que se repitiera tres veces esta advocación. Por eso, desde ese momento se empezó a cantarlo así. De allí surgió el nombre «Mater Ter Admirabilis de Ingolstadt».
En recuerdo de ello los congregantes schoenstattianos dieron el mismo nombre a su imagen. «MTA» es la abreviación de Mater Ter Admirabilis. Fue a mediados del año 1916 cuando se empezó a venerar la imagen de la Santísima Virgen en el Santuario de Schoenstatt bajo este título.(150 preguntas sobre Schoenstatt. P. Rafael Fernández. Editorial Patris).
También l apodemos llamar Tres Veces Admirable porque es Madre de Dios, Madre del Redentor y Madre de los redimidos; o bien, admirable por su fe, su amor y su esperanza, etc.
¿Por qué una veneración mariana tan acentuada?
Dios nos habla muchas veces a través de símbolos. Las cosas creadas son un libro de Dios. Su ser invisible, su eterno poder y divinidad, son reconocidos por sus obras. Cada cosa es una letra y todas juntas forman un libro de Dios. Tenemos que aprender del lenguaje de los símbolos. Prescindiendo de Jesús, María es la imagen más simbólica del Eterno.
No hay nada en el intelecto que no esté primero en los sentidos. Toda época sana vive del lenguaje simbólico. Una época se muestra como no sana cuando piensa y habla abstractamente. Nuestra Iglesia se mantiene sana en este sentido gracias al obrar del Espíritu Santo. Toda la liturgia es un obrar simbólico. María es el gran símbolo al lado de Cristo.
María actúa en el mundo actual como un signo de luz. Santo Tomás la llama “El libro de Oro” porque todo en María indica hacia Cristo, ella es un libro de Cristo.
María es la aurora que anuncia el Sol de Cristo. Ella es la Puerta segura que nos conduce al corazón de Cristo. María es un remolino, quien entra en ese remolino, indefectiblemente llega a Cristo. María es el rostro de Cristo dirigido hacia nosotros. Ella es la Compañera y Colaboradora permanente de Cristo en toda su obra Redentora.
Conducir a María, mostrarla en toda su hermosura como una Madre, amiga, compañera de camino que nos lleva de la mano y recorre con nosotras el camino, compartiendo nuestros anhelos, dificultades, proyectos, es el anhelo que tiene Schoenstatt para la juventud femenina.
Cultivar un amor profundo, tierno a María que desemboque en la Alianza de Amor con ella, es lo mejor que podemos hacer. Esta vinculación profundaa María, genera en nosotras la actitud de María, es decir, conduce lentamente a la semejanza con Ella.