sábado, 31 de marzo de 2012

De la Carta Apostólica de Benedicto XVI "Porta Fidei":




Por la fe, María acogió la palabra del Ángel y creyó en el anuncio de que sería la Madre de Dios en la obediencia de su entrega (cf. Lc 1, 38). En la visita a Isabel entonó su canto de alabanza al Omnipotente por las maravillas que hace en quienes se encomiendan a Él (cf. Lc 1, 46-55). Con gozo y temblor dio a luz a su único hijo, manteniendo intacta su virginidad (cf. Lc2, 6-7). Confiada en su esposo José, llevó a Jesús a Egipto para salvarlo de la persecución de Herodes (cf. Mt 2, 13-15). Con la misma fe siguió al Señor en su predicación y permaneció con él hasta el Calvario (cf. Jn 19, 25-27). Con fe, María saboreó los frutos de la resurrección de Jesús y, guardando todos los recuerdos en su corazón (cf. Lc 2, 19.51), los transmitió a los Doce, reunidos con ella en el Cenáculo para recibir el Espíritu Santo (cf. Hch 1, 14; 2, 1-4).

Por la fe, los Apóstoles dejaron todo para seguir al Maestro (cf. Mt 10, 28). Creyeron en las palabras con las que anunciaba el Reino de Dios, que está presente y se realiza en su persona (cf. Lc 11, 20). Vivieron en comunión de vida con Jesús, que los instruía con sus enseñanzas, dejándoles una nueva regla de vida por la que serían reconocidos como sus discípulos después de su muerte (cf. Jn 13, 34-35). Por la fe, fueron por el mundo entero, siguiendo el mandato de llevar el Evangelio a toda criatura (cf. Mc 16, 15) y, sin temor alguno, anunciaron a todos la alegría de la resurrección, de la que fueron testigos fieles.

Por la fe, los discípulos formaron la primera comunidad reunida en torno a la enseñanza de los Apóstoles, la oración y la celebración de la Eucaristía, poniendo en común todos sus bienes para atender las necesidades de los hermanos (cf. Hch 2, 42-47). Por la fe, los mártires entregaron su vida como testimonio de la verdad del Evangelio, que los había trasformado y hecho capaces de llegar hasta el mayor don del amor con el perdón de sus perseguidores.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Jornada de Familia

Jornada de Familia Schoenstatt Coronel
Domingo 18 de Marzo, 16 ºº hrs. en los Salones de la Parroquia San Pedro de Coronel.
Invitado: Director Nacional del Movimiento de Schoenstatt Padre Eduardo Aguirre.
Como Juventud estamos a cargo de llevar Dulces(queque, pie de limon, etc) para un posterior compartir.
¡LAS ESPERAMOS!
Recuerden llevar sus imágenes de la MATER para ser bendecidas.
Que con Cristo su Hijo, nos bendiga la Virgen María.

sábado, 10 de marzo de 2012


Queda sólo un día para nuestra Jornada de Inicio, recuerden que nos juntaremos en Montahue a las 12 pm, donde comenzaremos con la Santa Misa, por lo mismo se ruega puntualidad, Nos vemos mañana.
+Hija inmaculada, cenáculo para el mundo+

viernes, 9 de marzo de 2012

Tiempo cuaresmal, ¡Vamos a la fuente del amor primero! ¡Vamos al Santuario Original!


La Cuaresma es un tiempo que nos lleva a la reflexión, la penitencia, la conversión y sobre todo a la práctica de las obras de Misericordia. Nos invita a imitar a Jesucristo, por eso La Cuaresma es el tiempo del perdón y de la reconciliación fraterna.

1.- Renovamos nuestra Alianza de Amor: 

n1.pngTodo el tiempo de Cuaresma es una gran preparación para celebrar en la “Gran Vigilia Pascual”, y por lo tanto uno de sus puntos centrales es la renovación de nuestra Alianza bautismal.
Peros así como ocurrió en la “historia de salvación”, la fidelidad a la Alianza por parte del pueblo se va debilitando. Después del diluvio los hijos de Noé pueblan la tierra, pero la muestra del debilitamiento de la fidelidad a la Alianza de Amor con Dios es  la construcción de la “Torre de Babel” ¿Qué hace Dios? Elije a Abraham.  Vemos como nos presenta el P. Kentenich, en la plática del 20 de mayo de 1949, este momento:
Sin embargo, no pasó   mucho tiempo y la historia nos relata nuevamente un quebrantamiento del pacto. Los hombres no fueron fieles. Pero el Dios vivo guarda la fidelidad a la Alianza. Escoge un hombre y a través de él renueva la Alianza  con toda la humanidad. Este fue Abraham. Dios hace a Abraham  una triple promesa con la Alianza:
  • La promesa  de la tierra de Canaán.
  • Una gran descendencia, tan numerosa  como las arenas del mar y las   estrellas  del cielo, y 
  • El gran privilegio que de su descendencia  vendría el Salvador del mundo”
En su llamado Dios le ha pedido a Abraham que deje “su pasado”: Deja tu tierra natal  la casa de tu padre, y ve al país que yo te mostraré (Génesis 12,1)

Ante momentos de duda de Abraham, Dios en varias ocasiones le ha reiterado su Alianza y las promesas que en ella se encierran, y Abraham ha podido comprobar esa fidelidad en el cumplimiento, contra todo pronóstico humano, de esa promesa: Isaac, el hijo, es quien encarna y asegura, en el presente y para el futuro, la promesa.

Después de estos acontecimientos, Dios puso a prueba a Abraham. “¡Abraham!”, le dijo. Él respondió: “Aquí estoy”.  Entonces Dios le siguió diciendo: “Toma a tu hijo único, el que tanto amas, a Isaac; ve a la región de Moria, y ofrécelo en holocausto sobre la montaña que yo te indicaré” (Génesis 22,1-2)
Dios le pide “sacrificar”, renunciar a su presente y a su futuro, al pleno cumplimiento de la promesa que él mismo le ha hecho, Dios le pide “peregrinar a Moriah”

 2.- Peregrinamos hacia el Santuario del Monte Moriah:

n3.png“Toma a tu hijo único, el que tanto amas, a Isaac; ve a la región de Moria, y ofrécelo en holocausto”
 Dios pone a prueba a Abraham. ¿pero que es lo que nos “anticipa” este passaje. Dejemos que sea el Papa Juan Pablo II el que lo explique en una homilía del 23 de febrero de 2000:
Por la fe, Abraham sale victorioso de esta prueba, una prueba dramática, que comprometía directamente su fe. En efecto, como escribe el autor de la carta a los Hebreos, "pensaba que Dios era poderoso aun para resucitarlo de entre los muertos" (Hb 11, 19). Incluso en el instante, humanamente trágico, en que estaba a punto de infligir el golpe mortal a su hijo, Abraham no dejó de creer. Más aún, su fe en la promesa alcanzó entonces su culmen. Pensaba: "Dios es poderoso aun para resucitarlo de entre los muertos". Eso pensaba este padre probado, humanamente hablando, por encima de toda medida. Y su fe, su abandono total en Dios, no lo defraudó. Está escrito: "Por eso lo recobró" (Hb 11, 19). Recobró a Isaac, puesto que creyó en Dios plenamente y de forma incondicional.”
En este tiempo de cuaresma, Dios nos hace también a nosotros, una invitación a profundizar nuestra Alianza de Amor de manera radical: Peregrinos hacia Moriah, de ofrecerle TODO:
  • No solo nuestro pasado, deja tu tierra y la casa paterna. 
  • No solo, nuestro presente, “yo me ofrezco toda a ti…en una palabra todo mi ser”
  • Sino que también nuestro futuro,  todo aquellos y todos aquellos que Dios me ha regalado como “seguro de la promesa” también los pongo en sus manos”
 Dios ha querido asegurar, para todo la familia de Schoenstatt, su deseo que este “Espíritu de Moriah”, que nuestro Padre y fundador vivió de manera tan radical, especialmente en el tiempo de Dachau y del exilio, este permanente presente en medio de nosotros, por medio del Santuario Moriah, en la casa central de  Instituto de los Sacerdotes Diocesanos de Schoenstatt, en Alemania.
Este “Espíritu de Moriah” el P. Kentenich lo expresa así en el “Hacia el Padre” en la oración “Si quieres quitarme este hijo”. Leamos:
Dios omnipotente,
¿quieres quitarme este hijo, te alegra paralizar sus fuerzas,
deseas verlo transformado en caricatura,
en la cual sólo reste un pálido reflejo de vida?
Por amor me regalaste el hijo, me diste energía
para consagrarle toda mi existencia.
¿Quieres ahora verlo muerto en mis brazos,
o que vaya por la vida como un ser deforme? 
Entonces te pido:
sé consecuente con tus planes;
sólo hacia ti tiende mi profundo anhelo;
sólo a ti, Padre, te busco, tu voluntad procuro,
y mi alegría es que cumplas tus deseos. 
Toma este hijo, al que Tú diste la vida
y al cual he ofrecido todas las fuerzas de mi amor;
lo devuelvo gozoso a tus manos
y te entrego su destino y su felicidad. (HP 433-436
)
  • Peregrinemos, al menos espiritualmente, hacia el lugar donde Dios quiere poner a “prueba” nuestro Amor: ¡Peregrinemos al Santuario del Monte Moriah!

3.- Ofrecemos un “pequeño sacrificio de amor”

n4.pngDios  ha ofrecido una y otra vez signos de su fidelidad a la Alianza de Amor. Incluso cuando nos pone a prueba, es para que nosotros podamos profundizar y consolidar nuestra propia vida de Alianza. Así lo vuelve a expresar el P. Kentenich, más adelante (HP 437.441), en la misma oración del “Hacia el Padre” que recién hemos citado, invitándonos a responder a este signo de predilección de Dios:
Por tu gran bondad,
si quieres conservarlo para mí y para el mundo,
y que pueda seguir abrazándolo con amor,
si Tú quieres tomar como precio de rescate mis ruegos
y mi confianza heroicamente filial,
¡Entonces odiaré toda mediocridad y toda pereza!
Ni de día ni de noche quiero, innoblemente,
dejar de pedir y suplicar lleno de confianza:
¡Apresúrate en manifestar tus maravillas a tu hijo! 
Que su vida sea una imagen fiel de la vida
de nuestra Madre en la tierra; que,
a través del hijo, ella resplandezca
revelando su gloria a nuestro tiempo enfermo. 
Con eterna confianza no me canso de implorar:
logran tus planes su cumplimiento;
prueba mi fe y mi confianza,
siempre creeré heroicamente en nuestra misión. 
Y si yo mismo no llego a ver esa hora de plenitud,
que Tú tienes prevista para tu hijo,
entonces me quedaré atrás, como Moisés en el monte.
 
 ¡Vamos a Moriah!.
  • ¿Cuál es el “hijo” que Dios hoy me pide poner en sus manos?
  • ¿Cuál es la persona o el proyecto al cual me he aferrado, incluso por encima del amor a Dios? 
  • Si yo he puesto mi pasado y mi presente en las manos de Dios, ¿estoy dispuesto, como Abraham, a poner mi futuro?
  • En cosa concreta me está pidiendo Dios que ofrezca mi pequeño sacrificio de Amor, en el Espíritu de Moria, en esta Cuaresma.
Finalmente las queremos invitar a que una vez más volvamos a las Palabras del Beato Juan Pablo II, donde nos muestra la figura de María, como la Reina de Moriah
“El modelo insuperable del pueblo redimido, en camino hacia el cumplimiento de esta promesa universal, es María, "la que creyó que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor" (Lc 1, 45).
María, hija de Abraham por la fe, además de serlo por la carne, compartió personalmente su experiencia. También ella, como Abraham, aceptó la inmolación de su Hijo, pero mientras que a Abraham no se le pidió el sacrificio efectivo de Isaac, Cristo bebió el cáliz del sufrimiento hasta la última gota. Y María participó personalmente en la prueba de su Hijo, creyendo y esperando de pie junto a la cruz (cf. Jn 19, 25). 

¡Llenos de confianza, Vamos a Moria!
¡Dios Proveerá!