viernes, 6 de abril de 2012

VIERNES SANTO, PALABRAS DE NUESTRO PADRE FUNDADOR





Contemplamos hoy la Cruz de Jesús con silencio emocionado y reverente, tratando de captar el insondable misterio de amor y de dolor que se manifiesta en ella. A través del terrible sufrimiento y la muerte del inocente Jesús, vislumbramos y acogemos agradecidos un don inmerecido: la liberación del mal, el perdón de nuestros pecados. 
Hoy tomamos conciencia de que si bien sobre la Cruz permanecen los signos de la maldad humana -una maldad que se sigue desencadenando en un mundo donde sigue habiendo nuevos crucificados víctimas del egoísmo, la miseria, el terrorismo- lo que brilla con mayor esplendor en ella no es el pecado del hombre ni la cólera de Dios, sino el amor de Dios que no conoce medida. 
Recordemos que Jesús, desde su cruz, nos entrega a su madre, María. Nos la da como guía y apoyo. Así, también, nos la deja como
maestra del amor a Dios.
Recurramos a Ella, entonces, para acercarnos más a su Hijo, para que sepamos amarlo como Ella lo hizo.María, como buena madre, va a estar pendiente de todos sus hijos con especial amor y dedicación. Por eso, no dejemos de pedirle que cambie nuestros corazones y nos haga más dóciles a servir a los demás, sobre todo en estos tiempos de tanto sufrimiento
para nuestra patria.
Acompañémosla también en este día, en que está sufriendo por la muerte injusta de su Hijo. Unámonos, por tanto, como cristianos, bajo su mirada y aferrémonos más fuertemente a Ella, ante las dificultades, ya que María en
persona, supo vivir, con firmeza y confianza, muchos sufrimientos.





Palabras de nuestro Padre y Fundador


“Si pintamos con algunos trazos la imagen de Cristo sufriente puede que resuene con más fuerza en nuestra alma la frase “et omnia propter me!”: ¡Y TODO POR MI!…


La cruz es levantada. Una vez más vemos al escala de valores del Señor: nacido en la pobreza, desvalido en un pesebre, ¿y qué le ha quedado ahora? Un palmo de tierra; ya nada más le pertenece. Ahí tenemos a Cristo pobre y humillado. ¿Y si pensamos en los dolores corporales y espirituales? ¿Cómo habrá sido el dolor cuando le atravesaban con clavos puntiagudos las manos y los pies, cuando estuvo con sus llagas colgado de la cruz durante horas? Se lo arrastró de un lado de un lado a otro (…) Así es como está ahora colgado en la Cruz, al mediodía, cuando el pueblo en masa ahí presente, en presencia de su Madre y de su Apóstol.” 
(El hombre heroico. 1937)

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